EL CAMINO DE REGRESO

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Franqueo el portón del edificio y pongo un pie en la calle. De esta manera inicio el regreso a casa. Con los años la vida se convierte en un continuo regresar, se pierde el ansia juvenil de “ir”, pienso sin melancolía. ¿Cuántas veces habré hecho este trayecto, que separa la casa de mis padres de la mía? Podría recorrerlo con los ojos cerrados: Primero la farmacia que siempre está de guardia, luego la confitería (el aroma de los pasteles de carne de mi tierra, ummmm… ¡Con una cervecita helada! A cualquier hora), el inevitable Chino, un comercio al lado de otro, el puente iluminado que cruza el río, el paseo presidido por naranjos, palmeras, jacarandas y pequeños jardines, una calle ancha, una calle estrecha con dos o tres edificios a sus costados y finalmente el mío. Quince minutos que huelen a tarde de domingo, a recuerdos fermentados, a infancia que se oculta pero que nunca se pierde. Muchas veces los quince minutos se transforman en veinte, incluso en veinticinco. Es curioso: soy de esas personas que siempre caminan rápido, transito por las calles a ritmo vertiginoso, tal vez propulsada por mi exacerbado odio a los coches. Sin embargo, este camino me lo tomo con calma, inconscientemente lentifico mis pasos. La sirena de una ambulancia saca por un momento a esta Sirena de sus abstracciones. Tras unos pocos segundos prudenciales vuelvo a zambullirme en ellas sin remedio. Hasta hace unos años (pocos) pensaba que me estaba perdiendo algo, tenía la certeza de que me estaba perdiendo algo, lo que fuera: ¿Mi tiempo? ¿Mi vida? ¿Acaso algo más leve?

Y entonces comprendo:

¡Qué paz saber que no me pierdo nada! Sin buscarlo lo encontré. Lo supe de inmediato nada más verlo. Lo reconocí. Sonreí.

Sí, ahora comprendo.

El mismo camino, el mismo paisaje, el mismo regreso, la misma vida.

Conquisté este ínfimo trocito de mundo donde se confunden los años.

El camino aunque me sobrevivirá siempre será mío.



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Querida Sirena,
Está claro que amas ese camino y cuando algo se nos impregna de amor ya nunca jamás se podrá dejar, él nos ha domesticado.
Inuits

21 comentarios:

  1. Mañana paladearé y disfrutaré el buqué de mi zumo. Quién fuera naranjo en tu camino.

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  2. Droga buena, la melancolia, pero espesa a veces, sobretodo a partir del supuesto cenit de nuestra vida. Yo la disfruto siempre que me avisa de su llegada.
    Y las luces?, las del pasado.. Las de nuestra infancia, no las buscas?
    Yo las anhelo desesperadamente.
    El otro día miré a mi chiquillo y le pregunte, inconsciente de la posible respuesta: que piensas, hijo, con esa carita? - me contesto fríamente: las luces, papi, las luces.
    Me desbordo.
    Siempre retornamos, o en vivo o soñando.
    Bonito paseo.

    Un abrazo

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  3. cari,
    ¿"Pienso sin melancolía"?
    ...
    en fin,
    besos y abrazos.

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  4. El mundo, observado desde arriba; no es nada. La vida observada desde arriba; no es nada, a menos que nos acerquemos y tengamos la suerte de descubrir y caminar por alguno de esos paisajes que aun estando siempre ahí, un día, los descubrimos como si fuese la primera vez y hubiesen brotado de la nada.

    "Primero la farmacia que siempre está de guardia, luego la confitería (el aroma de los pasteles de carne de mi tierra, ummmm… ¡Con una cervecita helada! A cualquier hora), el inevitable Chino, un comercio al lado de otro, el puente iluminado que cruza el río, el paseo presidido por naranjos, palmeras, jacarandas y pequeños jardines, una calle ancha, una calle estrecha, sólo visibles"

    Bello paisaje y bello escrito.

    Un placer descubrir tu blog.

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  5. El camino que recorres
    ("el puente iluminado que cruza el río, el paseo presidido por naranjos, palmeras, jacarandas y pequeños jardines" - ) además de bello, es el tuyo... Algunos seguimos buscándolo dando tumbos.
    Feliz hallazgo el tuyo, Sirena.

    Besos de afecto, aunque un tanto desencaminados

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  6. A veces no hay mayor agobio que estar agobiados por la prisa.
    Lo cierto es que no nos perdemos nada la mayoría de las veces y ganamos mucho si vamos más despacio.
    Tranquilidad como mínimo,

    Besos.

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  7. Se vive todo en un interino absoluto sin marcha atrás que salve del declive ni propulsión adelante; la ciénaga que empantana todo andar consonante.
    Descubrir con el catalejo la roca donde te asientas como sirena es aplacar el Océano donde se debaten tantas fuerzas inciertas como poderosas que no cesan de acosarme. Por eso te agradeceré siempre eso, que estés ahí.

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  8. Pues yo me iré con mis pasos a otra parte: echaré de menos, mucho, aunque sea temporalmente, el lujo de tu palabra, que se me hacía ya también paisaje reconocible.

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  9. La nostalgia ataca en el momento menos pensado y por los motivos cotidianos más nimios. Pero si eso es para regalarnos un texto como el tuyo, bienvenida añoranza!

    Y ¿sabes? es verdad cuando dices que el camino permanecerá cuando ya no estemos... por eso nada nos perdemos porque en el fondo, nada nos pertenece.

    Quizás el inaprensible tiempo que tengamos destinado, pero incluso él pasa a través nuestro, traspasándonos y termina desapareciendo. Como todo...

    Sea como sea y se deba a lo que se deba, que dure tu sonrisa sabia Sirenita.

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  10. Bien! por fin he podido dejar un comentario en tu blog querida. Desconozco los motivos de Neptuno para rechazarlos, pero no había manera!
    En fín, bien hallada Sirena!

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  11. Créeme si te digo que encontraste un tesoro. No todos tienen la suerte de poseer ese mundo que dices, donde se confunden los años...

    Un abrazo

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  12. Sirena, yo también tengo un camino de regreso que recorro a menudo.Siento la misma sensación que describes.Ese ínfimo trocito de mundo siempre será nuestro, y poco importa perder el resto.

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  13. Querida Sirena,
    Está claro que amas ese camino y cuando algo se nos impregna de amor ya nunca jamás se podrá dejar, él nos ha domesticado.
    Inuits

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  14. Tal vez sea sólo mi fértil imaginación que huye de la literalidad, pero he creído adivinar en tus palabras una metáfora de los recuerdos: al fin y al cabo estos no son más que caminos a los que regresamos una y otra vez, caminos que nos pertenecen, caminos donde se confunden los años porque en ellos el tiempo ya no importa.

    ¿Me equivoco, Sirena?





    John Self.

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  15. Mi querido John Self, no te equivocas.

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  16. Volver a uno mismo es algo que nadie ni nada podría arrebatarle. Ud. está ahí; pero aunque el futuro le depare otros escenarios, esa calle estará adherida a su piel.

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  17. Deduzco, aunque no quiero, que nos abandonas, que te alejas de tus fieles seguidores. No diré nada. Tus razones tendrás. Ya leyendo tu anterior, y hermosísima entrada, digna de nuestro querido Gabriel Mjró, dejabas ese aroma de melancolía infinita.
    Si es una despedida definitiva, este "leproso", al menos, desde el norte de Vetusta, en la orilla del Cantábrico, sabe que en Oleza ha encontrado una amiga para siempre.

    muchos besos, querida Sirena.

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  18. Sirena, ha sido tanto tiempo entrando en tu blog y esperando que volvieras que me he perdido tu regreso (ahora leo que parece que es un hola y adiós)... tómate tu tiempo, pero ... regresa

    Un abrazo

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  19. Una fotografía con una luz muy especial.

    Bonito camino de regreso.

    Un abrazo

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  20. Oye, no toques nada!!! Con lo que me gustaba la foto de los naranjos!!!

    Como en el cuento, la Sirena ahora tiene dos piernas en vez de cola, hace fotos desde las alturas y por eso se ha vuelto mudita.

    Y por mímica dice, veamos, hummm, ha pasado de estar en el parque de los naranjos al puente sobre el río... hummm... ¿se estará alejando o acercando al mar?

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