No hay color. Me quedo con la primera, aunque represente el consumismo y sea un símbolo de la globalización. Es obvio que Ikea realiza una eficaz promoción empresarial, conjugando en su eslogan un sistema de organización del Estado con una circunscripción microscópica y doméstica, dando la bienvenida a la instauración de una república independiente en tu propia casa. Se rinde así a la evidencia de que la instauración de la República es un fin en si mismo; lógico, deseable y al alcance de todos. Me pregunto si los creativos repararon también en que publicitarían subliminalmente que lo contrario a la “idílica” república casera sería la “indeseable” monarquía casera. Las connotaciones de esta última, en el marketing de ventas, no serían sino referencias a lo caduco, obsoleto y trasnochado, que es precisamente lo que no vende Ikea.
Con la pervivencia de las monarquías en pleno siglo XXI, sin ningún tipo de distinción, se demuestra que la Historia no progresó siempre bajo los dictados de la evolución ideológica ni de sus conquistas más preclaras. Frente a la Ciencia y la Tecnología, cuyos avances se realizan a pasos agigantados, dejando en desuso lo que queda inservible, obsoleto e inútil, la Historia solo avanza a trompicones, obteniendo, por un lado, enormes conquistas sociales y políticas (ya acuñadas en esa frase feliz de “libertad, igualdad y fraternidad) y, por otro lado, involucionando en la pervivencia de dictaduras de cualquier índole como formas políticas de gobierno, y definitivamente estancándose en formas representativas de Estado con cargo a las monarquías, que ya es mucho representar.
El primer día que vi el anuncio de Ikea comenté que no me gustaba, que era una especie de “misil fallido”. Y con todo y con eso, si me hubieran dado el enorme presupuesto de la publicidad de Ikea, habría construido letra por letra el mismo eslogan, visceral y panfletario, para dar -subliminalmente- la bienvenida a la República como alternativa a la (necesaria) desaparición de la monarquías.
Con la pervivencia de las monarquías en pleno siglo XXI, sin ningún tipo de distinción, se demuestra que la Historia no progresó siempre bajo los dictados de la evolución ideológica ni de sus conquistas más preclaras. Frente a la Ciencia y la Tecnología, cuyos avances se realizan a pasos agigantados, dejando en desuso lo que queda inservible, obsoleto e inútil, la Historia solo avanza a trompicones, obteniendo, por un lado, enormes conquistas sociales y políticas (ya acuñadas en esa frase feliz de “libertad, igualdad y fraternidad) y, por otro lado, involucionando en la pervivencia de dictaduras de cualquier índole como formas políticas de gobierno, y definitivamente estancándose en formas representativas de Estado con cargo a las monarquías, que ya es mucho representar.
El primer día que vi el anuncio de Ikea comenté que no me gustaba, que era una especie de “misil fallido”. Y con todo y con eso, si me hubieran dado el enorme presupuesto de la publicidad de Ikea, habría construido letra por letra el mismo eslogan, visceral y panfletario, para dar -subliminalmente- la bienvenida a la República como alternativa a la (necesaria) desaparición de la monarquías.
Por favor, no retiren el anuncio. Jajajaja.
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