Hoy he vuelto a ver sus ojos. No podía creerlo. Tanto tiempo... Llevaba dos niños que seguramente serían sus hijos, la mayor tendría unos diez años. ¡Diossss! Cuánto tiempo ha pasado, ¿doce?, ¿quince años? Hace mucho ya que perdí la cuenta, puedo saber la hora a cada momento pues de frente tengo el reloj de la torre, pero la fecha se me escapa. Al principio lo controlaba por las estaciones, pero al no ser capaz de sentir ni el frío ni el calor, no ser capaz de notar la lluvia sobre mi cuerpo... Ahora debe ser primavera de nuevo, como aquella tarde...
Se me ha quedado mirando. Me ha reconocido, o eso creo. Ha ocurrido algo extraño, se ha agachado a mis pies y ha recogido un ramo de flores, parecía intacto. Cuántas veces le he echado la culpa de todo a las flores y cuántas veces me lo he quitado de la cabeza pensando que me estaba volviendo loco. Hoy he estado seguro de que todo ocurrió por las flores. Quizá es que me he vuelto loco del todo.
Aquella tarde llegué a la cita con un ramo de flores. Habíamos quedado a las 6. El reloj de la torre tenía menos diez cuando llegué, y las siete y diez cuando tiré las flores contra el suelo y las pisoteé. He querido durante todo este tiempo olvidar aquella escena. Ahora prácticamente es todo lo que recuerdo de mi vida anterior a aquella tarde.
Cuando se ha ido con las flores he llorado. Estoy seguro. Han sido tantas las veces que he querido llorar y no he podido. Y las veces que he creído estar llorando y no era más que la lluvia, o una paloma que me meaba encima.
Después de pisotear las flores estuve un rato mirando como un tonto al reloj, tal vez con la esperanza de que aun podría aparecer. Recuerdo que eran ya las ocho cuando decidí marcharme. Traté de mover un pie, traté de mover las manos... no podía. La gente pasaba por delante de mí, quise hablar, quise gritar... no podía. Tan solo podía mirar aquel reloj de la torre.
Ahora siento un dolor dentro. Hace tanto que no sentía absolutamente nada. Por eso estoy seguro que no era una cagada de paloma, que he llorado de verdad. Esto me ha dado nuevas esperanzas. Tal vez aun tenga solución. Siento... He llorado...
Aquel día cuando oscureció el parque se quedó desierto. Sólo quedábamos el reloj y yo. Noté como poco a poco me elevaba. Comenzó a crecerme una peana bajo los pies y me convertí en una estatua del parque...
"Tanto tiempo..."
Encontré el siguiente relato por azar y me gustó tanto que le pedí a su autor que me permitiera colgarlo aquí. Me gustó por su anonimato, originalidad y sencillez. Además es directo, sentido, está muy bien escrito, tiene humor, ironía y un buen final. (Estoy segura "amigo" de que también a ti te gustará)
"Tanto tiempo..."
*Un relato de Cheminguay
Etiquetas: Relatos
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La mujer por la cual he dado tanto de mí vive en Córdoba.Sé que se casó y que tiene dos hijos y que ella nunca me olvidará por todo lo que hice.A veces estoy como una estatua en un paso de cebra vigilando los viajeros que van en un bus urbano.....sólo por verla pasar.Se llamaba Amparo.
ResponderEliminarQuerida Amiga, tienes toda la razón. Por lo que tú apuntas y por alguna cosa más.. me ha encantado.
ResponderEliminarGracias por colocarlo aquí para que alquien, como yo, lo pueda disfrutar con su lectura.
Un saludo.
Si, es un relato realmente conmovedor. A mi me atraen los perdedores, y el poso a melancólico sabor de derrota que deja este hermoso cuento me llega a lo más hondo
ResponderEliminarbesos
El amor más auténtico e indeleble, a veces, es el amor imposible.
ResponderEliminarMe ha llegado al alma.
Un relato sugestivo y con estilo de los que aguantan bien el paso del tiempo.
ResponderEliminarEdurne
El autor de este relato dijo con toda la razón:
ResponderEliminar"Todos tenemos un plantón, un amor no correspondido y algún tranvía no cogido en algún bolsillo de la memoria"
Un cuento lleno de sentimiento que me ha conmovido porque supe también lo que es ver pasar el tiempo esperando inútilmente
ResponderEliminarImpávido
emotivo...
ResponderEliminarsi, tenias razon, me gusto...
me encanto!
muchos besos...:D
Una buena excusa, como otra cualquiera, para seguir esperando.
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