EN BUSCA DEL ANCIANO PERDIDO




Estimado anónimo:

No me ruborizo al confesarle que no entiendo lo que quiere decirme. No le entiendo pero no va desencaminado. Es cierto que babeo por un anciano, llevo años haciéndolo. Tal es mi amor que hace poco me decidí a dar el gran paso. Me tomé unos días de vacaciones, dejé todo en orden en mis páramos domésticos y emprendí su búsqueda. Una notable distancia nos separaba. Nada que no pueda arreglar un par de aviones.

Varías horas después de embarcarme en mi particular aventura, me encontré en el país inmenso de ese anciano inmenso. Mis fantasías y mis ensoñaciones siempre habían cubierto a San Petersburgo con un manto blanco, con la intimidante y bella estética que confiere la nieve al tejido urbano. No fue el caso (septiembre al fin y al cabo), incluso el cielo me recibió insolentemente despejado. Pero San Petersburgo no necesita ninguna vestidura nívea, porque la verdadera belleza sólo se puede apreciar en la desnudez y San Petersburgo es bello desnudo.

Me sentí cerca del anciano. Tan lejos y tan cerca. Podía luchar contra la distancia (y de hecho lo hice) pero no podía luchar contra la autoritaria distancia del tiempo. El anciano que buscaba murió hace dos siglos. Se llamaba Fiodor Dostoievski. Y estuve allí por él

Toda búsqueda imposible tiene algo de patético y algo de conmovedor. El sutil romanticismo de la derrota sin remedio.

Pero mi búsqueda no era imposible, encontré al anciano. Lo encontré en cada canal, que mi mente automáticamente imaginaba helado. Lo encontré en los puentes. En los fastuosos palacios.

Sí, estaba allí por ese anciano. Porque necesitaba caminar por las mismas calles que transitó (y aún transita) Raskolnikoff en compañía de su culpa y sus recuerdos. Porque, simplemente, él inoculó en mí el hechizo Ruso.

Después vino Moscú, pero eso es otra historia o quizás no. Rusia es como sus mujeres: tremendamente bella pero con un aura inaccesible, impenetrable. Rusia también es seductora pero distante, lo que hace que no puedas entregarte a ella sin reservas. Siempre se encarga de mantener las distancias contigo. Creo que sólo los rusos pueden comprender de verdad a Rusia. Los demás sólo podemos mirar… que no es poco.

Ese anciano comprendía muy bien a Rusia. Y comprendía muy bien a las personas. Su pluma era un escalpelo que diseccionaba el alma humana.

Quizás yo no encontré a Dostoievski y mi búsqueda fue imposible.

Pero él siempre me encuentra a mí:

Cada vez que abro un libro suyo.

30 comentarios:

  1. Hay ancianos por lo que uno siempre babearía.
    Hace mucho que lo hice despacio, leyendo con calma día a día en pequeñas dosis de apenas unos momentos diarios a lo largo de dos años las obras completas del inmenso Dostoievski.
    Tendré que ir a San Petersburgo yo también para volver a encontrarlo.

    Besos.

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  2. El Sr. Anónimo quería decir que nos tenías abandonados por Leonard Cohen (su cumple fue el lunes). El Sr. Anónimo también babea por él y por otros muchos otros "ancianos".

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  3. Desde luego, dan ganas de darse un paseo por esa ciudad de nombre hermosísimo, aunque no encuentres (tarea imposible) a Dostoyevski.

    Bienvenida a casa, Sirena

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  4. bello encuentro Sirena, no me extraña que lo encontraras porque deduzco que más allá del autor que supo captar o que a través de un entorno fue capaz de escribir, en tu búsqueda te acercaste a la fuente, al origen donde hallarías el sentido, comprenderías más lo que sus palabras transmitían y al mismo tiempo te encontraste con mucho más... lo que ya "sabías" más lo que nació en ti.

    La ancianidad trae consigo lo vivido y con esa vida vivida mezclamos la nuestra y la enriquecemos.

    besos

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  5. Mire que es usted romántica. Nunca he conocido a ningún ruso, pero me los he imaginado muchísimo. Me cuesta mucho separarles de un puño grande y cerrado, el rictus metido hacia adentro y una mirada ancha hacia arriba.
    Me cuesta mucho separarles del epitafio de Gogol que, hace cuatro años me desveló un amigo que quiso ser ruso y fracasó (me resulta triunfal mi amigo) en un bar, donde pone: Os reiréis de mis tristes palabras.

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  6. estoy pensando sobre lo que he puesto ¿Si huebiese puesto "puño abierto" habría colado? ejm jem ejem

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  7. Qué razón tienes!...Hay algo de misterioso y de conmpovedor en esa búsqueda...pero sobre todo, a veces no somos conscientes de que esa búsqueda, se inició porque él te encontró a ti primero. Encuentros y búsquedas, a veces no sabemos qué es lo primero, ni cuál es la dirección de uno y otro.
    Besitos! Un placer leerte por las calles de San Petesburgo

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  8. Buscar el rastro de aquellos que nos han impresionado, es una de esas actividades que no necesitan de mayor justificación. Es un pacto privado; una promesa de peregrinación a nuestras íntimas revelaciones, aquellas en las que hemos sido descubiertos o descritos por alguien que no pudo tener consciencia de nosotros, y aún así, sabía cómo deleitarnos o sorprendernos.
    Aquellos que nos han deslizado a la condición humana, bien se merecen una excursión; tengo pendiente desde la infancia un viaje al Misisipi, donde descubrí, gracias a Mark Twain, que los pájaros de mi cabeza infantil habían visitado a otros.

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  9. Pues cualquier día nos encontramos por alguna de sus páginas, porque también acostumbro a deambular por esos senderos de letras...

    Un abrazo

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  10. Yo trato de abrirlo cada poco. Bien lo saben mis alumnos. Este año le toca a El jugador.
    Siempre es "très touchant" retomar esa conversación con el hombre o la mujer sabios.

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  11. Para la sirena que quiere que su epitafio sea "Vivió y dejo vivir":

    En cierta manera la vida es búsqueda, la felicidad encuentro y la infelicidad desencuentro. La búsqueda de la felicidad, el encuentro del amor, el desencuentro de la pérdida... todo se puede aglutinar en las tristes fronteras de esos tres conceptos.

    Por eso tu viaje a Rusia fue un auténtico soplo de vida: Porque a su manera supuso una búsqueda.

    Por eso eres feliz cuando lees a Dostoievski: Porque os encontrais.

    Por eso soy feliz a tu lado: Porque llevamos toda la vida encontrándonos.

    Los verdaderos te-quieros se dicen con la mirada y la complicidad, no hay que someterlos a la vulgaridad de las palabras.

    Y yo siempre tendré una mirada cómplice para ti.







    John Self.

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  12. Querida Sirena, qué post tan bello.
    Leyéndolo, nos traes la belleza de San Petersburgo y la belleza de las palabras del escritor.
    Qué viaje tan maravilloso.

    Un abrazo

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  13. Yo visité Rusia, cuando San Petersburgo era Leningrado. Pero también entonces, su presencia estaba allí en todas sus calles, en el Neva, en sus portalones aún acribillados de balas y en todas partes. Y sus personajes, aún parecían deambular por sus calles.
    El referente, de toda una generación de escritores increibles.
    Y sí, Moscú es otra historia.
    Besos Sirenita.

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  14. Hola Sirena...por un momento sentí que hablabas del mar, ese anciano hermoso que nos convoca. Todo viaje de búsqueda es un viaje que vale la pena, sea Rusia, el mar o un buen libro que nos abra las alas.
    Siempre soy feliz de leerte. Un abrazo!

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  15. Mi querida Sirena, ¿y qué necesidad tiene usted de pretender buscar a alguien que sabe de cierto que ya no existe aunque nunca pueda desaparecer? Está muy claro que la desnudez de San Petersburgo merece un viaje, y unos días sin prisa, y perder gratamente el tiempo viendo lo que ya en gran parte es tan solo reproducción cartón-piedra. El ser humano inteligente, ya lo sabe usted, tiene una obsesión casi enfermiza por destruir todo lo que es bello, y la ciudad de sus amores no se libró en lo absoluto de padecer los efectos de tal obsesión. ¡Que le vamos a hacer!
    De San Petesburgo me gusta su nombre con fonética extranjera y sabor genuinamente autóctono; tal vez el frío de su invierno porque sólo lo respiro cuatro días cada mucho tiempo; sus gentes que a lo mejor no son las gentes que yo conocí en sus glosadores; y, por supuesto, el fuego de su vodka que repara, adormece, y siempre transfiere al momento deseado si una sabe ingerirlo en su justa medida. Me gusta la realidad de hoy, sin obsesionarme; y sobre todo me gusta la que pude haber imaginado leyendo, entre otros, al anciano por el que usted babea. Ya nadie nos podrá quitar eso: lo que sentimos, lo que padecimos, lo que disfrutamos, y aún menos lo que fuimos capaces de recrear a partir de sus textos, que seguro fue mucho.
    ¿Que qué quiero decirle? Pues que le alabo su buen gusto, y dicho lo dicho le pregunto: ¿necesita usted de verdad buscar algo más escribiendo como escribe? No me lo puedo creer. Lo que los demás si necesitamos es que se prodigue algo más y seguir disfrutando con lo que nos obsequia cada cierto tiempo.

    Rebuscado y cursi, ya lo sé, porque llevo un tiempo falta de entrenamiento, pero también sincero, que es lo que cuenta.

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  16. Nos pasamos la vida buscando.Es una necesidad incontrolable del ser humano. Nuestras experiencias vividas y leídas crean imágenes idílicas en algún lugar de nuestra mente, se instalan allí y consiguen que nuestras vidas se eleven gracias a esas personas que trasladaron el arte más allá de los sentidos.

    Fiordo Dostoievski, fue alguien que voló por encima de nosotros, dejando caer una hermosa y eterna lluvia de letras sobre la humanidad.

    Ir va en busca de alguien como lo has hecho tú; es muy romántico y más sabiendo que él, siempre te encuentra a ti y no me extraña, tus post son dignos de ser leídos por el mismísimo Fiodor.

    Dentro de doscientos años, la ciudad a visitar no será San Petersburgo, sino las profundidades del Océano intentando descubrir la gruta marina, donde una Sirena Varada escribía unos inmortales post sobre las crestas de las olas.

    Ulises

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  17. Leerte es un placer; un placer que te transporta, en este caso a Rusia, y te hace olvidar. Pero, como casi siempre, se me queda corto (habría continuado leyendote y evadiéndome mucho rato más).
    Un beso
    Beatriz

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  18. ¿Anciano?, ...¡pero Sirena, si ese caballero se plantó a los 59 inviernos!; además, siendo inmortal, podríamos decir que estaba en la flor de la vida, como lo está hoy. Recuerdo que tuve que aprender francés para enterarme de muchos tramos de El jugador, que nadie se había tomado la molestia en traducir. Le agradezco la entrada, porque he recordado un preparado que hace mucho que no bebo y me fue enseñado en un burdel de Sebastopol; se llama "Entrañas de hijoputa", y le dejo la receta por si le hacen los pelotazos cutres:
    Líquido anticongelante, vodka, pétalos de rosa y un puro de los baratos apagado (da igual si lo pone encndido, he comprobado que aunque parezca mentira se apaga en cuanto toca el bebedizo)
    Salute pr il bambino de Leningrado

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  19. No conozco Rusia, y muero de ganas por pisar las calles, y ver los puestes y sentir las fuentes de San Petersburgo; pero que mejor que un escrito que hace desgustar otro sitio que te hace sentir la presencia en sus calles, en el Neva, en todas partes. Dosis cercana al sentimiento de un prólogo de Dostoievski.

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  20. ¡ Oia !, un ¡¡PLÍÑ!!
    A mí la parte que más me gusta es cuando Raskolnikoff se cae del caballo
    ¡Oiga SIRENITA, según nuestro contrato ya le toca renovar!

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  21. Que bonitoooooo... И предосторожность известная (йnt) пример репрезентация будут хилая старая тень возраст .. .. Saludos.

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  22. ¡¡UUY lo que dijo DENAVEGANTES COPYRIGHT!!

    Le recuerdo que hay un horario de protección al menor y que quedan apenas unas horas para que publique.... a no seeer que quiera que eche mano de la C L A U S U L A 889.007.343.042.126/B

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  23. Querida Sirena:
    Qué alegría. ¿Sabes?, cuando era adolescente me comía los libros de Julio Verne, casi literalmente, me los tragaba. Entre ellos, Miguel Strogoff, el correo del Zar, me hizo soñar y soñar. No te puedes imaginar cuánto. De hecho, desde aquellos días en que leí aquel libro maravilloso de aventuras por las tierras zarinas de Siberia y Rusia, casi no hay día que no me imagine que soy yo mismo el protagonista de una historia como aquélla, y en aquéllas tierras y con aquéllas gentes, en aquel tiempo...
    Luego vino Tolstoi...Guerra y paz y más tarde Dostoyevsky de quien se puede decir que no leído mucho, pero algo sí. Una marvilla.

    Me das envidia, cómo me gustaría conocer Rusia.

    Luego conocí a muchos rusos, sobre todo rusos, no rusas... (por el trabajo) y muchos de mis mitos de adolescente se vinieron abajo. Todo pasa. Sin embargo eso no tiene nada que ver con una realidad que estará --está-- ahí para quien quiera vivirla.

    Un abrazo!!
    Chuff!!

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  24. El anciano que fuiste a buscar a Rusia es el pasado que se resiste a morir hasta que le das la mano y encuentras que el frío se te mete dentro cuando esperabas calor. Porque la vida ha ido alargando ese momento en que parece no tienes más remedio que ir erradicando los últimos coletazos de la memoria que no transige con adaptarse a lo que precisas. Aquí he matado tres o cuatro de esos fantasmas ya, que me han matado aún más con su silencio. Pero no sé que inspira o expira alargar la mano a ellos; quizá todo sea una fatal ingenuidad de querer ver las cosas como las has amoldado durante cuarenta o cincuenta años, cuando la realidad seguía pétrea e inconmovible: no quiere saber nada contigo. Por mi parte, mi carácter se forjó en Tailandia y se dislocó en México. En la infame casa de mi abuela observé que si quería vivir tenía que ir inventando el mundo a cada vistazo, y luego creértelo. Pero fue capital para el ingenuo sin aptitudes de la vida que soy, haberme sumergido en la lectura de los escritores rusos de finales del S. XIX, Leónidas Andreiev, sobre todo, que me configuraron la visión de que todo está en el aire y es artero. Que no cabe otra cosa, sin ser masoquista, sino espiritualista, que ofrecer lo mejor de ti para que te rompan la cara acto seguido.

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  25. Te leo de lejos y retrasado... Pasé algún rato a tu vera leyendo cosas antiguas y releyendo tu carta de amor literario a Dostoievski... Me extraña tu incoparecencia a las letras desde hace un mes justo... No estés varada más de lo debido o las letras se entumecerán en tu cola de sirena... Un saludo, mi sirena...

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  26. De momento sólo cartas de cuya entrega se encarga Miguel Strogoff pero quizás algún día vuelva a reencontrarme con Larissa Fiodorovna y pasear agarrados del brazo por la blancura de Rusia.
    Un beso.

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  27. Yo también me encuentro con el anciano cuando pernocto en la casa del pueblo, que en invierno se asemaja a la estepa rusa.
    SIRENA, ES HORA YA DE VOLVER

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  28. “Los hombres quieren ser dueños del futuro sólo para poder cambiar el pasado”

    M.K.

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  29. en los ancianos suele haber algo de consistencia frágil que nos hace encontrar entre el frío de la realidad, el calor de la imaginación.

    Saludos, después de tanto tiempo y tantas cosas bonitas que escribes.

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  30. Buenas:
    Cómo se pide que alguien haga algo que uno no está dispuesto a hacer?
    (escribe plissssssssssssssss)
    Besos sinceros

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