EL PEQUEÑO ATAUD

... Si tú la luz te la has llevado toda,
¿cómo voy a esperar nada del alba?...
(Claudio Rodriguez)


No sabía dónde colocarme porque no encontraba mi lugar allí, si es que acaso lo tenía. Finalmente me situé a la salida de la ermita, detrás del coche fúnebre, para ser testigo de como introducían en él la pequeña cajita blanca que no parecía un féretro sino un embalaje de juguete. Aquél pequeño ataúd era la más contundente representación de la tristeza. El vehículo inició la marcha muy despacio, dispuesto a atravesar las que ni siquiera podrían llamarse calles, pues se trataba de una aldea abierta al cielo con pequeñas casas diseminadas y dispuestas de cualquier manera en el minúsculo núcleo urbano. No sé porqué no podía apartar la mirada del ataúd y comencé a caminar hipnotizada detrás de él. Aquella mañana no faltaba nadie: todos los de la aldea, los de alrededores y los que habíamos acudido desde diferentes puntos de la Región nos reunimos allí convocados más por un sentimiento de solidaridad que por cumplir con el compromiso social de hacer acto de presencia. Yo seguía la lenta marcha de la procesión fúnebre tras el coche, cabizbaja, en medio de un sordo y a la vez estridente silencio sólo interrumpido por gemidos y sollozos. El cielo, imprudente, sin un atisbo de nubes, parecía querer proyectar una inoportuna alegría sobre nosotros e inundarnos con la intensidad de su azul. A veces miraba ese cielo, como siempre que acudo a un entierro -queriendo pensar que es el mejor lugar al que pueden dirigirse las almas de los que nos abandonan- pero sin poder apartar la vista de la pequeña cajita blanca. Y sin embargo no sentía nada, incapaz de pensar en su contenido me encontraba abstraída y ausente. De repente sentí que la abuela de la niña muerta sollozaba a mi lado. Esa mujer era de todos ellos la persona que yo más quería, la más fuerte… Me sobrecogí al recordar sus palabras cuando los médicos de la U.C.I le comunicaron a toda la familia que ya no se podía hacer nada por la vida del bebé. Tendrían que desconectarla. Ella, la abuela, se dirigió a la madre de la niña y moduló la voz con la mayor de las dulzuras para hacer una la más contundente de las declaraciones que he escuchado: "Hija, el Señor nos ha mandado esto y nosotros…", respiró profundamente, como queriendo recuperar el aliento ¿Y nosotros qué… Pensé?, ¿Ellos qué…? ¿Se tomarían la revancha…? Quise imaginar cuál sería el final de esa frase, de unas palabras de un valor incalculable si eran capaces de mitigar un dolor apenas tolerable. Pero me resultaba imposible prever el final de la frase porque nada cabía en ella. Puse sin disimulo mis cinco sentidos para escucharla con claridad, hasta que la oí decir: "…. Y nosotros… Nosotros, nos aguantamos". Eso era, sí, quizás la única salida; resistir la dureza del brutal golpe y resignarse con dignidad. Eso los salvaría. No olvidaré la inesperada fuerza contenida en esas tres palabras que me hizo recordar la película "Las uvas de la ira" y a esa madre de familia que conjura los horizontes de la desesperación diciéndoles a los suyos que van a salir adelante porque ellos son auténticos, son únicos; son "la gente"…. Nada hay que otorgue mas fuerza que el saberse digno, o no saberse y un buen día descubrirlo. Recordando esto no puede evitar estrechar a la abuela junto a mí sin intención de soltarla ya durante el resto del recorrido. Aquella figura menuda vestida de negro pareció sentir mi calor y toda la comprensión de que yo era capaz y noté que quería seguir caminando así, abrazada a mí.
Había perdido la noción del tiempo, sólo sé que la comitiva continuaba solemne su paso, sin saber si esto ocurría en transcurso de unos minutos o de una eternidad, quería decir algo pero odio las poses y las palabras huecas. Me pregunté qué querría ella escuchar en aquel momento. Finalmente le dije lo que sentía, aun a sabiendas de lo cursi y melodramático que podría resultar. Le susurré al oído que su pequeña nieta siempre estaría con ella. Ella, inmediatamente, con su sentido práctico de la vida y de la muerte me respondió que así sería, incluso después de que ella muriese, pues ya había dispuesto que las enterrasen juntas.
Desde el coche los vi alejarse. Ellos permanecerían en el cementerio un rato más. El cielo empezaba a nublarse a la vez que el azul radiante dejaba paso a una tonalidad más oscura e intensa en la gama de los violetas. La imagen se desenfocaba a medida que me alejaba pero a la vez se fijaba en mi memoria lo que parecía uno de esos recordatorios antiguos. Una delicada estampa con nubes descoloridas por minúsculas lágrimas, el hilo verde de un camino jalonado de chopos y un solitario cometerio rural que no es más que una nítida mancha blanca de luz en medio de la inmensidad de los ocres.
(13-12-2006)

14 comentarios:

  1. Pero, Sirena, no he entendido bien..¿Esto lo escribiste tu?,porque tiene el hálito de Delibes, de los grandes narradores castellanos.Aclaramelo, porque, así como no quiere la cosa, puede que sea amigo de una auténtica promesa de la literatura en castellano.
    Te recuerdo que mi blog ha cambiado de dirección. Ahora es http://koolauleprosoo.blogspot.com

    un beso

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  2. Leproso, muchas gracias desde esta orilla del Mediterráneo. Ya no me quedan abuelas, pero estando tú me da igual.
    Como curiosidad te diré que a la vuelta de ese entierro supe que tenía que escribir algo si quería conjugar la tristeza que me traje puesta, y así fue como surgió este blog.

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  3. He leído este texto varias veces y sigue pareciéndome una obra de arte.
    La primera vez no sabía que podía dejar mi comentario, ahora que puedo (ya costa de tu rubor) es mi deber decirte que escribes maravillosamente bien.
    "Amigo".

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  4. Amigo, sólo trato de escribir mejor que yo misma, lo que me hace más consciente de las barreras que me limitan. Fíjate que ni siquiera encuentro palabras para agradecerte que opines así.

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  5. Debería corregir un imperdonable error de escritura:

    "y a costa de tu rubor"

    Así está mucho mejor, ¿no te parece?.
    jajajaja.

    "Amigo".

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  6. Este poema es algo triste, pero en fin la tristeza tambien forma parte del ser, lo importante es encontrar el equilibrio. Cuando algun texto del block me recuerda algun poema escrito por mí como en este caso o por otro autor,lo traigo hasta aqui, es mi forma de expresarme.
    La Anciana.
    Son las cinco y media,
    ya suenan las campanas
    del viejo cementerio,
    ya se aproxima la hora
    de decir adiós a los muertos.

    Ya se cierran las puertas
    suena el chirrido de los yerros.
    Tan sólo queda una anciana
    vestida toda de negro.

    Solitaria va por el camino,
    la acompañan enjutos árboles secos,
    y va cayendo la tarde
    de un día seco y polvoriento.

    De nada le sirvió la sangre
    arrancada del barbecho
    cuando los rayos de sol
    se convierten en finos puñales
    de acero.

    La madre naturaleza,árida estéril,
    jamás enjendró su fruto nuevo,
    y el suyo se lo arrancó de envidia
    y avaricioso anhelo.

    Ya sólo le queda un triste
    vestido negro, un reloj que
    marca las cinco y media
    y un largo camino polvoriento.

    La Estrella de Tauro.

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  7. Tienes razón, Estrella de Tauro, hay muchas cosas en común en lo que hemos escrito tú en verso y yo en prosa. La tristeza se ha instalado allí sin paliativos pero como dice Benedetti:

    A la tristeza no hay quien la despoje
    es transparente como un rayo de luna
    fiel a determinadas alegrías.

    Nacemos tristes y morimos tristes
    pero en el entretiempo amamos cuerpos
    cuya triste belleza es un milagro.

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  8. Tú, por una conjetura, llegaste hasta mi blog. A mí me ha resultado más difícil porque dejaste mal el enlace. Pero he llegado y, la verdad es que merecía la pena.
    Una maravilla de prosa límpida y fluída con una justa contención en lo dramático.
    Me apunto.
    Un beso.

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  9. Nos creemos más de lo que somos ¿Sólo porque pensamos?, ¿Porque razonamos?, o ¿Porque podemos llorar?
    Y cuantas veces daríamos nuestra vida por la de un ser querido, la de un niño. No hay tristeza mayor que la de sobrevivir a un hijo, un nieto será peor.

    Querer morir no es delito. Terminar de ser lo que se es y ser otra cosa. ¿No es eso también adorar la vida?.

    Pero tenemos que expresar lo que no entendemos, o lo que no alcanzamos a decir de otra manera. Tanta tristeza tiene que tener un sentido.

    Un abrazo
    Chuff

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  10. El recuerdo se torna en aguantar y ese aguante se vuelve una esperanza ciega....

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  11. Excelente... intenso, sobrio, sereno, perfecto... Mi enhorabuena... no es placer leerlo, es el fervor y el recogimiento ante un Paso de Semana Santa de las letras... Saludos... Pau

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  12. Hola, Sirena:

    Descubro tu blog, y buceo en �l.

    Me gusta. Si me lo pemites, te a�adir� al mio.

    Un beso.

    Soledad.

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  13. Hola Soledad:
    Por supuesto que puedes añadir lo que quieras y sé bienvenida siempre.
    Un beso

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  14. Excelente Sirenavarada, me ha gustado mucho esa capacidad suya de narrar hechos tan tristes.
    Una verdadera Perla.

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